En 1959 el hospital contaba con dos secciones bien diferenciadas: beneficencia y clínica “Madre Janer”; ésta última, en régimen de mutualidad, cooperaba al sostenimiento del conjunto y, aunque montada con escasos medios materiales, consiguió tener un excelente cuadro de facultativos que le granjeó un merecido prestigio.
Si bien en esas fechas el edificio del hospital había sufrido importantes reformas para ofrecer un mejor servicio, no obstante, hasta finales de los años setenta el centro siguió administrado a la manera tradicional. Sólo un derroche de esfuerzo y buena voluntad por parte de la dirección, los administradores, los médicos y las hermanas -estas últimas desempeñaban muchos de los servicios del centro- explica la gran confianza que depositaron en el Santo Hospital los habitantes de la ciudad y de la extensa comarca del Alt Urgell a la hora de resolver sus problemas de salud. Era, además, proverbial el buen trato y la amable acogida que por parte d de todos se brindaba en el establecimiento.
El recinto habitado por la comunidad hasta 1980 estaba casi como en tiempos de la fundación, en espera de unas imprescindibles reformas que otras necesidades consideradas más urgentes iban retrasando. Pero ya a partir del 5 de octubre del mencionado año las religiosas ocupan una nueva vivienda en la planta tercera del edificio, gracias a un legado para el hospital, con la expresa condición de que, antes que otra cosa alguna, se acondicionaran las instalaciones donde residían las religiosas y se adecentara la capilla.
A partir de 1970, en el propio hospital se tuvo la oportunidad de conseguir el diploma de dama de la Cruz Roja -enfermera auxiliar-. En 1977 se implantó una escuela oficial de Ayudante Técnico Sanitario en la que podía cursarse esta carrera de nivel medio, previa obtención del título de bachiller elemental.