A LA LUZ DE NUESTRA LÁMPARA (VIII) | Sagrada Familia de Urgell
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A LA LUZ DE NUESTRA LÁMPARA (VIII)

Reflexiones en tiempos de desierto:

Dejar de lado “lo mío” para abrir paso a “lo nuestro”

 

“Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comerán de prisa: es la Pascua del Señor” (Éx. 12, 11)

 

Así nos relata el Éxodo un momento de la preparación de la Pascua y la salida de Egipto del Pueblo del Señor. Se acercaba el “cambio o conversión” en las vidas de los hijos de Dios, del Pueblo fiel, del puñado de hombres y mujeres que confiaban y esperaban la Salvación.
Pero no sin antes pasar por un proceso de luchas e incertidumbres… “ceñidos”, “sandalias”, “bastón”, “Pascua”… palabras claves en un tiempo de espera y conversión. Esta realidad del pueblo de Israel, tan nuestra, tan de Dios, se hace “eco” en nuestra actualidad.

Este momento de la historia que nos toca vivir hoy, en esta pandemia, debe ayudarnos a tomar conciencia que se torna en un tiempo también de “salida hacia la Pascua”, pero como aquel pueblo… también “ceñidos”, es decir, ajustando nuestras vidas a la voluntad del Padre, que todo lo hace bien, confiados en Él. Ceñidos de todo aquello que quizá teníamos en abundancia y lo guardábamos para después, ceñidos no sólo en lo material que se impone a medida que transitamos esta pandemia, sino y sobre todo de aquello que nos separa de tantos hermanos, de la humanidad toda, dejar de lado “lo mío” para abrir paso a “lo nuestro” pero literalmente y no sólo de palabras… De “sandalias”, o sea, sencillos y confiados, quizás hasta expuestos a la vulnerabilidad pero fortalecidos en que seremos “calzados” en este tiempo de conversión por una vida de fe más comprometida, más firme … Con el “bastón” en la mano, que para nosotros es la Cruz del Señor. Apoyados fuertemente, sosteniendo con firmeza pero a la vez fortaleciéndonos en ella, cruz que nos salva para celebrar la “Pascua”, la fiesta de la “conversión del corazón”, de la resurrección del hombre, la redención final …

Este tiempo se me presenta así y así me lleva a vivirlo con los demás, sobre todo con los que están solos, tristes, enfermos en el lecho del dolor, con las familias de duelo; con todos los que “tienen necesidad y están heridos” como nos dice hoy nuestra Beata. A ellos hemos sido enviados, los medios hoy para llegar son muchos, usémoslos para consolarlos . Y cuando pienso en este grupo de personas, pienso en aquellas palabras de Jesús cuando nos dice en el Evangelio “Vengan a mí, todos los que están cansados y agobiados, porque en mí hallarán descanso” (Mt 11,28). “Vengan”, así es Señor, hacia allá vamos, nos lo prometiste y confiamos en tus promesas, como el Pueblo de Israel que salió y confió.
Confiamos en este tiempo también, pero porque lo sostenés Vos en tus manos, porque creemos que el Padre de los Cielos jamás abandona a sus hijos, porque tenemos a nuestra Madre del Cielo, la que nos regalaste justamente en tu momento más duro, de mayor soledad, de mayor dolor, justo ahí, en el momento perfecto donde sale tu generosidad más honda después de la cruz. Y es en este momento tuyo donde me aparece en el corazón palabras que definen a nuestra Beata “Ella sabía prever y adivinar las necesidades, sabía ser prójimo, presentándose dondequiera que hubiera necesidad”, a ella también confiamos este “paréntesis de la humanidad” tan “de prisa” en correr y llenarse de cosas superficiales. A Ella le pedimos que sea nuestra “Brújula”, nuestro faro, al que como Janerianos busquemos mirar constantemente en esta tempestad y nos empuje a salir hacia el más necesitado . Y que el Señor bendiga a todos aquellos que tengan contacto con cada uno de nosotros, los janerianos, para que puedan ver la bondad de Dios en sus vidas y juntos podamos rezar como el salmista “Yo pongo mi esperanza en Ti Señor, y confío en tu Palabra”. Amén

                                                                                                                                                              Hna. Patricia Echavarría 

                                                                                                                                                 Colegio Sagrada Familia de Cosquín

Córdoba. Argentina

 



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